casi te deguello de un mordisco, qué bárbaro!
no sin antes encajarte las mandíbulas
bien abiertas entre las piernas
para comerte a gusto y repetidamente
perdidos, el sueño como un laberinto
entre galerías escuchaba el eco de tus jadeos
tus conversaciones con fantasmas
tu promesa de renunciar
a cualquier resistencia contra mi apetito
(pero no fuiste precisamente
carne inerte entre mis muelas)
espoleaba tu galope
y sólo quise montarte a pelo
reacio a la montura
pero no al azote!
0 comentarios:
Publicar un comentario